Friday, July 28, 2006

Sobre el Trabajo

Trabajar en lo que a uno le gusta es visto como fortuna. Esto se traduce en que se quiere las responsabilidades laborales, las que se viven igual como obligaciones pero ante las cuales no se ven condicionamientos ajenos al querer adoptar tales acuerdos productivos. Trabajar en lo que no gusta es visto como un mal necesario.

Las obligaciones laborales no se desean pero se justifica tomarlas a cambio de retribuciones que se necesitan. Así­, la aceptación y acatamiento de una normativa a cambio de dinero - o algún otro equivalente - crean la posibilidad de que con un mínimo de violencia, individuos muy diferentes, pueden mantener estable, posibilitando su reproducción, un sistema de relaciones humanas decididamente artificial.

Aquí­ es interesante tomar las ideas de Humberto Maturana referente a los sistemas productivos. Dice Maturana que las relaciones de trabajo son acuerdos de producción en los que lo central es el producto, no los seres humanos que lo producen. Esta afirmación enunciada por Humberto Maturana, apunta al fundamento de los sistemas de actividad denotados como sistemas productivos. En estos sistemas la premisa básica que especifica la racionalidad de las relaciones entre los componentes que los conforman, apunta a condicionar la conducta de ellos en base a los acuerdos de producción que se establezcan y que se fundamentan en el producto.

La conducta apropiada debe contribuir a incrementar el desempeño global del sistema productivo. Paradigma vigente y fuertemente arraigado en nuestra cultura tradicional.

Según Maturana toda actividad humana posee fundamento emocional. Las conductas toman sentido según la emoción que las sustenta. Así­ la emoción bá¡sica que funda las actividades de trabajo es la obligación. Toda conducta de trabajo se inserta en una red de coordinaciones de acción configurada en una lógica de compromisos productivos.

La relación de trabajo involucra un acoplamiento condicionado entre los trabajadores, la presencia del otro se observa como un instrumento ante el compromiso productivo que se tiene delante, esto hace legí­timo el prescindir de personas que no se desempeñan según los estándares exigidos. La lógica de la productividad obliga a las partes insertas en ella.

El fenómeno del trabajar se experimenta ní­tidamente al iniciar o finalizar una jornada laboral. Esto coincide con el quiebre institucionalizado del horario, ante el cual surge la mirada a los otros dominios donde se desea o se tiene que estar. Distinguir la conducta laboral de una diferente es poner de manifiesto la tarea que se tiene entre manos y el compromiso productivo asociado a ella.

Jonas toma los conceptos de Ernst Bloch (Jonas, Hans;Das Prinzip Verantwortung ISBN 3-518-37585-7 ) para describir el trabajo intelectual como ocio (Musse) como mirada a los otros dominios donde se desea.

El trabajo intelectual, en la medida que sea serio, es y será el lugar del verdadero trabajo: implicando completa atención, esfuerzo, participación, perseverancia, disciplina y paciencia (con el riesgo de la frustración) y también esfuerzo físico (las dificultades de la observación). El trabajo intelectual es una de las actividades más libres, ya que depende de mí, y a la vez la que más ata, ya que no se la puede tener más barata y a su vez, absorbe, amarra completamente al ser humano.

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